lunes, 30 de noviembre de 2009
:: En el Diván ::
-Después de invitarlos a que se tumbaran en el diván de su consulta, Freud pedía a sus pacientes que hablaran sin restricciones sobre todo aquello que aflorase espontáneamente de su mente. Freud, lapicero en mano, anotaba el curso de estos pensamientos producto de la asociación libre de ideas del paciente.
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